La sorpresa fue tal ,que las rodilla se le aflojaron y
casi se deja caer al suelo. No entendía nada. Su cabeza daba vueltas a una
velocidad vertiginosa. ¿era él una sombra?¿que había pasado? Pero a pesar de
tener todas esas dudas en su mente lo que más sintió fue alivio, un alivio
inmenso porque él no había muerto.
-no tengo tiempo ,Tasia, debes escucharme – era él,
era su voz
-¿qué te ha pasado?¿dónde estás?¿cómo has llegado
hasta mi sueño?
Sergio sonrió.
-siempre tan curiosa, queriendo saberlo todo-se acercó
a ella y la abrazó
-estas vivo, estas vivo-repetía sin cesar, no había
sido capaz de admitir el miedo de que le hubiera pasado algo. Era más fácil
creer que solo se había escapado por un enfado, una tontería. En ese momento no
era capaz de pensar que si Sergio estaba allí, era por culpa de la magia, que
había aparecido como una sombra y que, como le explicó una vez su abuela, para
ser una sombra tenían que arrebatarle el alma. No, no pensó nada de eso
mientras abrazaba a ese viejo amigo.
Al menos hasta que sintió que se mareaba y que el frío
aumentaba. Se separó de él.
-¿qué me está pasando?-preguntó ella aturdida
-es culpa mía, la hechicera me mandó para atacarte, no
puedo desobedecerla pero si puedo ayudarte
-¿cómo?¿haciendo que ..que..?-no tenía fuerzas para
explicarle como se sentía
-lo siento Tasia, pero es la única manera que tengo de poder ayudarte, debo darme prisa
si no acabaré por matarte
-¿a qué as venido?
-es la hechicera, falta poco, sabe que estáis aquí ,os
observa
-no-lo interrumpió ella- tú no conoces a la hechicera,
no perteneces a este mundo
-ahora, sí
-¿qué te pasó?- hacía frío, tenía tanto frío que le
costaba aclarar sus ideas
-no hay tiempo, Tasia
-necesito saber
Sus piernas no la sostuvieron por más tiempo y se dejó
caer al suelo de rodillas. Se llevó las manos a la cabeza sintiendo el dolor
agudo en la sien.
-Tasia escúchame, esto es importante- le suplicó
él-cuanto más tiempo pasa más daño te hago -al ver que ella negaba con la
cabeza, se enfadó de sobremanera. Quería ayudarla, se arrepentía de haberla
engañado y de que por su culpa hubieran herido a Cintia, pero ella no se lo
estaba poniendo nada fácil.-atácame
Ella lo miró como si estuviera loco.
-no pienso atacarte-apenas fue un susurró la réplica
que salió de sus labios
-claro que lo harás, ahora mismo yo estoy repleto de
energía, te hiero más, y mucho más rápido porque tú no ofreces resistencia
-aunque pensara hacerlo, que no lo voy hacer-se paró
para coger aire intentando que los dientes dejaran de castañear-no puedo, no
tengo nada de fuerza
-sí que puedes, ¿te vas a rendir?
-no voy hacerte daño
-lo pararé- mintió él-no te preocupes, pero necesito
que uses tus fuerzas
Tasia no estaba del todo convencida ,pero si eso podía
hacer que el dolor y el frío que sentía disminuyera...
Tasia creó una pequeña bola de fuego, apenas era como
su mano de grande y no serviría de mucho ,pero no podía hacer más.
Cuando lo
lanzó, vio para su horror que dio de llenó en el pecho de Sergio. Él
trastrabillo hacia atrás pero no cayó. Ahora tenía una herida abierta que no
paraba de sangrar en su pecho.
-no la esquivaste- le gritó con vehemencia-¿estás
bien?, no quería hacerte daño, de verdad
Él respondió con otra pregunta.
-¿ha disminuido el dolor?
Tasia notó una ligera mejora, el frío seguía ahí pero
al menos tenía la fuerza suficiente para levantarse.
-me has mentido
-era por tu bien- ese no era el chico que Tasia
conocía. Sergio no era de los que se preocupaban por los demás, no era malo,
pero nunca se abría esperado eso de él.
Sergio pareció leer sus pensamientos porque dijo:
-ver lo que hace la hechicera, ha echo que me de
cuenta de muchas cosas, no quiero convertirme en alguien así, no quiero ser
como sus lacayos, ahora- y la agarró de la mano- te mostraré que me pasó, debes
de estar atenta, a veces el mal está más cerca de lo que uno cree
Entonces
mientras rememoraba esa noche, sus recuerdos pasaran hasta ella a través del
contacto de sus manos. Le mostró como Elena lo engañó, como le robó su alma, el
dolor que sintió en ese momento y lo que era ser una sombra, un esclavo de la
hechicera.
Mientras tanto en uno de los pasillos del internado
Carmen reía con las gemelas, estaban discutiendo de nuevo por culpa de ese
fantasma que se negaba dejar la tierra e ir donde quiera que vayan lo muertos.
Zule y Ade acababan de terminar su clase de magia y se encontraron con ellas,
habían tardado algo más porque las habían castigado. Otra vez. No era normal él
ingenio que tenían esas dos para hacer travesuras y meterse en líos. Se unieron
a la conversación mientras terminaban de recorrer el camino hacía sus
habitaciones.
El grito de las gemelas al abrir la puerta de su
cuarto hizo eco a través de las paredes de ese viejo internado. Sus caras
mostraban el miedo que nunca habían experimentado. En la cama estaba Tasia,
sobre ella, una nube de humo negro que la envolvía. Pero eso no era lo peor,
Tasia estaba blanca como la cal y sus labios casi azules, parecía estar sin
vida.
-un Àme damnée -susurró Alicia temblando. Ambas
gemelas estaban acobardadas en una esquina. Eso fue lo que más asustó a Carmen,
esas niñas jamás mostraban miedo, no después de haber visto fantasmas desde
siempre.
-llama a la bruja- le gritó a Zule cuando salió de su
estupor, no hacía falta especificar que bruja.- ¡corre!- intentó pensar con
rapidez que hacer. Se acercó a Tasia para averiguar si seguía con vida, solo
para que cuando ese humo la tocó la lanzara por los aires hasta dar contra el armario. No permitía que nadie se
acercase.
Zuleica corría a través de los pasillos esquivando
gente lo más rápido que podía. Abrió la puerta del cuarto de Lidia, ésta estaba
sentada con unos cascos puestos, escuchando música.
-Tasia necesita tu ayuda, rápido, es la hechicera
Lidia se levantó de un salto tirando los cascos a un
lado y echando a correr. Por la
expresión que había visto en Zule, era algo importante. Tratándose de la
hechicera todo era de máxima importancia y siempre peligroso. Siempre.
Los alumnos que habían en los pasillos se apartaban al
verlas correr con tanta urgencia. David estaba con sus dos compañeros de
habitación, cuando la vio pasar por delante de sus narices sin apenas verlo.
-¿qué ocurre?- le gritó a viva voz. De repente todo
estaba en silencio y nadie se atrevía a emitir un ruido.
Lidia que reconoció la voz imperiosa al instante. Lo
miró por encima del hombro pero sin detenerse.
-Tasia tiene problemas- solo necesitó eso para que él
corriera en su misma dirección hasta alcanzarla.
Lo que se encontraron al llegar a la habitación fue a
Carmen levitando todo tipo de objetos para lanzárselos sobre la Àme damnée que
se cernía sobre Tasia. Ade también intentaba ayudar con su magia, pero sus
ataques no surtían ningún efecto. David no perdió tiempo mirando, pasó sobre
los curiosos que se habían reunido en la puerta para llegar junto a Tasia.
-no- le gritó Carmen, pero ya era demasiado tarde,
había tocado la sombra y había sido disparado con una fuerza brutal. Eso no le
impidió volver a levantarse corriendo. Tasia lo necesitaba.
-alejaos-las palabras vinieron de Lidia.
Carmen y Ade se distanciaron de ella hasta quedar en
el vano de la puerta. David no se movió. Él y ella cruzaron una mirada, David
sabía bastante bien hasta donde alcanzaba el poder de Lidia y ella sabía que
podría necesitar a David.
No se molestó en crear el humo, disparó directamente un
rayo negro que impactó contra la sombra. Fue con toda su fuerza pero lo único
que consiguió fue que la sombra temblara. Nada más. Miró frustrada a David pero
éste no sabía que hacer, su cara estaba surcada por la preocupación. Lidia se
percató de que algunos seguían mirándola con miedo, por Dios, había una sombra
intentando matar a Tasia y la temían a ella. Escuchó murmullos de gente
pidiendo que llamaran al consejo y a los profesores, eso la alivió, no sabía
que hacer.
-¿David qué hago?-le preguntó intentando ocultar la
desesperación. Estaban viendo como Tasia se consumía poco a poco sin poder
hacer nada.- si concentro toda mi energía en atacar a la sombra podría dañar a
Tasia
-no correremos ese riesgo-dijo él, sin apartar la
vista de la cama- creo...creo que tengo una idea, te acuerdas cuando rompiste
el conjuro que le hicieron a la amiga de Tasia, Cintia
Lidia asintió, recordando aquel día.
-podrías hacer lo mismo con la sombra
-no te entiendo- dijo ella, sin saber por donde iban
los pensamientos de David
-mediante tu magia intenta separar la sombra de Tasia,
rompe el vínculo, al igual que hiciste con el conjuro de Cintia.
-puedo intentarlo, pero no creo que tenga tanta fuerza
como para separar a una sombra- Lidia se acercó más a la cama extendiendo los
brazos sobre el humo negro, sin llegar
tocarlo, pero lo más cerca que pudo. Creo una capa de magia negra sobre
la sombra, una toma de primer contacto, tenía que ver con que se enfrentaba. Un
vistazo al interior de esa oscura magia proveniente de la hechicera anuló sus
esperanzas. Miró a David negando con la cabeza.
-supera mi poder con creces, ni siquiera puedo
eliminar la primera capa de protección para infiltrarme dentro
David perdió la compostura por un momento, dejándola
ver el miedo que sentía por Tasia. No podía pensar en perderla. Por ella lo
había arriesgado todo una vez, por salvarla y ahora volvería hacerlo. Pero él
no podía ayudar en nada.
-yo puedo ayudar- dijo Adelaida dando un paso adelante
-y yo- corroboró Zule
Las dos niñas se colocaron al lado de Lidia,
extendiendo también sus manos.
-esperar-añadió otra chica que Lidia no conocía de
nada- yo también soy una bruja de la oscuridad, puedo ayudar
Hizo lo mismo que las otras dos.
Lo volvieron a intentar, esta vez todas juntas.
Lucharon contra la magia que no las dejaba entrar, las cuatro concentradas
usando todo el poder que tenían a su alcance.
En la puerta se originó un estruendo, profesores y
gente del consejo acaban de llegar y pasaban como podían entre todos los
jóvenes que abarrotaban la puerta.
-mi nieta-gritó Elisa, atemorizada
Alaya le rodeó los hombros. Todos estaban asombrados
ante lo que estaba ocurriendo delante de sus narices.
-apartar-dijo una mujer desde la puerta-he dicho que
os apartéis- todos los jóvenes obedecieron , dando paso a la única bruja de la
oscuridad de ese internado.
Lidia la vio colocarse enfrente y la reconoció. Era la
mujer rubia del consejo, la que había estado en la reunión de ayer y que
también se había opuesto contra Miguel. Detrás suya, un niño más o menos de su
edad, se colocaba junto a la bruja rubia y extendía sus manos.
-vamos allá- dijo la bruja del consejo-no intentéis
romper el escudo de protección,sería desperdiciar mucha energía, aremos una
fuga, a partir de ahí tendremos que encontrar el punto débil, las más jóvenes
no sabéis como se rompe un conjuro, mucho menos esto, pero tu Lidia y Andrés,
sí, mientras vosotros elimináis el vinculo yo atacaré a la sombra, ¿entendido?
Todos asintieron y la magia comenzó a fluir. En la
habitación todos estaban expectante, profesores, participantes del consejo,
alumnos, todos sin atreverse a pestañear por miedo a perderse lo que ocurriría.
Una capa de humo negro empezó a envolver también a las brujas y brujo de la
oscuridad. Una corriente de aire sin saber de donde había salido despeino los
cabellos de todos, esa corriente fue convirtiéndose en pequeño tornado que voló
por los aires las cosas de la habitación, ropa, libros. Todo tipo de
utensilios. Las mesitas temblaron y las puertas de los armarios se abrían y cerraban
con enorme estruendo. Todos los que había dentro del cuarto fueron
retrocediendo hasta salir, viendo desde fuera lo que ocurría. Tan solo se
quedaron David, que se negaba alejarse más de Tasia, y su abuela que seguía
apoyada en Alaya. La nube negra siguió creciendo hasta que todo se quedo a
oscuras. Nadie veía nada, solo podían escuchar el ruido de las cosas romperse.
Nada más.
-lo siento- dijo Tasia con lágrimas en los ojos- no
quería que te pasara esto, no es justo
-no fue tu culpa, el pasado no se puede cambiar ahora
hay que mirar hacia delante
Ella cerró los ojos un momento. Asimilando lo que
había visto, intentando entender lo que le decía y olvidando esa imagen de como
le arrebataban el alma a Sergio. De repente Sergio se encorvó hacía dentro
haciendo una mueca de dolor.
-¿qué pasa?- preguntó ella alarmada
-tus amigos-esbozó una sonrisa triste mientras volvía
a erguirse-están rompiendo mis defensas, quieren salvarte
Tasia ya no sentía frío, ni dolor.
-te están haciendo daño ¿verdad? Por eso ya no me
hieres
-sí, pero es mejor así, ahora escúchame Tasia, vine
para pedirte que ataquéis a la hechicera, ahora, antes de que sea demasiado
tarde
-¿por qué?
-usa a niños mágicos como experimentos, no los
convierte en sombras, los utiliza como conejillos de indias, mezcla magias,
invoca a los muertes, lo que está haciendo es horrible, tenéis que salvarlos
-a ti también
Él comenzó a toser una y otra vez, luego la herida que
antes le había echo empezó a sangrar sin parar.
-yo ya no tengo salvación- dijo entre jadeos- ellos
sí, salvarlos Tasia
Sergio temblaba como lo había echo ella antes. Se
acercó a él rodeándolo con los brazos.
-vete- le pidió ella viendo como sufría
-tienes gente que te quiere, están luchando con
verdadera fuerza contra mi, pero no me iré hasta que me lo prometas, tenéis que
ir- la sangre ya había creado un enorme charco en el suelo y él estaba
completamente pálido
- sí, sí, te lo prometo, pero sálvate- le suplicó- por
favor
-no hace falta, ya me han echado- dijo, sintiendo como
el ataque de esa bruja lo obligaba a separarse de Tasia-estaré bien, no te
preocupes
Tasia fue empujada hacia atrás, viendo como Sergio
desparecía. El grito de él cuando Simona
lo atacó con todas sus fuerzas, resonó en sus oídos.
Abrió los ojos y se encontró con cinco pares de ojos
que la miraban expectantes y con caras fatigadas. Uno de ellos era Lidia, que
sonrió al verla viva. Luego los sollozos de su abuela hicieron que se
incorporar asustada, pero no hubo porqué, también sonreía mirándola. Fue David quien
primero se movió, acercándose a la cama y abrazándola con todas sus fuerzas.
Tasia se sintió segura entre esos brazos y se dejó reconfortar por él. Era todo lo que
necesitaba en ese momento. David le acariciaba la espalda una y otra vez, con
más energía de la necesaria. Pero tenía que cerciorarse de que estaba bien, que
estaba ahí con él.
-creí que te perdía- le murmuró él al oído. Su voz
sonó ronca, irregular, con miedo. Luego se separó cogiéndole el rostro con sus
manos, y la besó. Con todas sus ganas, un beso fiero, desesperado. Que hiciera
correr el calor por su cuerpo, que le demostrara que no iba a perder a Tasia. A
pesar de la rudeza del beso, ella correspondió con la misma energía. Estaba con
David, a salvo.
La falsa tos de Alaya, no sirvió de nada. El carraspeó
de Miguel, tampoco. Fue la risa de Lidia al ver las caras de algunos profesores
y alumnos lo que les devolvió al presente. Se separaron con torpeza, pero David
no se alejó de su lado. Tasia miró por encima del hombro de David y se encontró
con casi todo el internado mirando. Volvió a esconderse tras de él, roja como
nunca antes.
-me alegra de verte sana y salva- exclamó Lidia
dándole un abrazo, Tasia no podía creerse esa prueba de afecto de parte de
Lidia pero estaba contenta. La bruja se separó algo avergonzada de haber dejado llevar por el impulso y volvió a
mostrar una expresión tosca- podrías dejar de meterte en problemas durante un
par de días, das mucho trabajo- Tasia no creyó ni por un momento esa actitud,
le sonrió sabiendo que era mentira y Lidia se tumbó en una de las camas de al
lado. Estaba cansada y no le importaba que todavía hubiera gente mirándola con la boca abierta por lo ocurrido.
Elisa fue la siguiente en acercarse a la cama y
abrazar a su nieta. No podía expresar con palabras el miedo que había sentido.
-¿qué ha
pasado?-le preguntó a Tasia
Para su sorpresa, su nieta comenzó a llorar con el
recuerdo de Sergio. Intentó explicarle lo que había visto ,pero las lágrimas no
la dejaban hablar, o eso quería creer. Ahora que estaba a salvo, lo vivido
hacía escasos segundos la apabullaba. Primero Cintia, después Sergio. ¿quién
más iba a sufrir por su culpa?
-cariño, tranquila- le susurró, intentando
tranquilizarla, pero no lo conseguía
David volvió acercarse y ella se aferró a él como si
fuera su salvavidas.
- ha sido demasiado, ahora descansa, mañana hablaremos
sobre el asunto- dijo Elisa dándole un beso en la frente. Cruzó una mirada con
David y se alegró de que estuviera junto a ella. Su nieta tenía alguien en
quien apoyarse y olvidar lo sucedido. No quería dejarla, no después de ese
terrible susto, pero sabía que ahí no tenía nada que hacer.
Empezó a echarlos a todos de la habitación. Simona
arrastró a sus aprendices de magia negra hacía afuera, habían echo un excelente
trabajo. Mejor de lo que se esperaba.
-exijo una explicación- ordenó Miguel cuando ella pasó
por su lado- debemos saber lo que ha ocurrido y el peligro que corremos.
Simona ni lo miró. Levantó una mano haciéndolo callar
y siguió andando. No era la jefa del consejo, ese era Miguel, por lo que no
podía desobedecer una orden y menos aún hacerlo callar. Pero en ese momento no
era una profesora, era una bruja de la oscuridad cansada y con muy mal humor.
Miguel sabía que no debía abusar de su suerte; si en ese momento la presionaba acabaría convertido en sapo, o en cucaracha.
Alaya y Elisa se encargaron de desalojar a todos los
demás. Por esa noche Tasia, David y Lidia dormirían en la misma habitación si
nadie más. Se lo merecían.
Tasia no dejó de llorar por largo rato. Y David no se
separó de ella. No le preguntó ni una vez por qué lloraba, sabía que no le
respondería, cuando ella estuviera preparada se lo diría. Cuando sus lágrimas
se secaron y los hipidos pararon, el cansancio la venció y se durmió abrazada a
David. Él no dejó que tuviera pesadillas, veló su sueño sin atreverse a cerrar los ojos. Tenía miedo de
que si se dormía, despertara sin ella a su lado. Una y otra vez rememoraba la
imagen de Tasia en la cama, pálida,
fría, viendo como su vida se escapaba y sin poder hacer nada y le eres
imposible descansar.
En un momento
de la noche, en el que Tasia ya llevaba rato dormida y él había echo su octavo
intento de dormir sin resultado ,Lidia le habló:
-yo tampoco puedo dormir- susurró ella, en el silencio
de la noche
-deberías, lo que hoy has echo debe haberte debilitado
-sí, al menos mi cuerpo, pero mi mente no quiere
descansar- oyó como se movía entre la sabanas y ahuecaba la almohada – la quieres- afirmó Lidia tras un largo
silencio
-sí- se calló, acariciando el pelo de Tasia
distraídamente. Miró como dormía tranquila, aferrada a él, y sonrió-sí, la
quiero- volvió a repetir- pero tú también
Lidia soltó una risita muy impropia de ella.
-digamos que le he pillado cariño
- estamos juntos en esto, traeremos a tu hermana de
vuelta- dijo David. Sabía que Lidia estaba pensando en el ataque de la
hechicera y en lo que su hermana debía de estar sufriendo-somos un equipo
-sí-afirmó- lo somos- y no le costó tanto admitirlo
como había creía.