La noche llegó con rapidez. Lidia saltó de la cama
dejando las sabanas esparcidas por el suelo, se había acostado temprano
fingiendo estar todavía enfadada. No le había costado crear la mentira ya que todavía le molestaba tener que pedir ayuda al consejo para poder hacer su
misión. Abrió el armario sacando la bolsa donde había metido todo lo necesario.
Salió de la habitación cuando sonaron las campanadas del reloj del salón
anunciando que eran las tres de la madrugada. Cruzó el pasillo hasta la
habitación de Tasia sin hacer el menor ruido. Ya estaban todos dormidos, como
ella se esperaba. Se le pasó por la cabeza hacerlo sola, como siempre había echo hasta ahora. Pero no
lo llegó hacer. Ahora eran un equipo y a
pesar suyo , no le desagradaba esa idea. No quería depender de alguien, no
después de perder a su madre y a su hermana en un mismo día y verse sola en el
mundo, sin embargo, debía admitir que
había empezado a confiar en ellos y que le serían de utilidad más
adelante, ella sola no podía con la hechicera.
Quitó las sabanas de un tirón para despertar a Tasia
bruscamente pero se encontró con una almohada ¿dónde coño estaba? Tubo su
respuesta al escuchar leves pasos a su espalda, sonrió sin volverse sabiendo
que quería asustarla.
-vamos renacuaja y no te entretengas más
Tasia se paró en seco enfurruñada ¿Cómo la había
pillado? Estaba segura de no haber echó ningún ruido.
-de acuerdo, vamos a por David
-eso te lo dejo a ti- comentó Lidia distraída pensando
en lo que le haría falta para crear el portal-pero no tardéis, os espero detrás
del gimnasio, desde allí no pueden vernos en la casa,
Tasia asintió y se fue. Lidia hizo lo mismo.
David no se despertó hasta que Tasia se tiró encima de
él, le había llamado tres veces y zarandeado también pero no había dado
resultado hasta que lo asaltó.
-que coño- masculló David tirándola al suelo de un
empujón, se levantó de un salto dispuesto atacar pero lo que vio fue a Tasia
mascullando algo incoherente y poniéndose en pie despacio
-ya era hora de que despertaras, vaya sueño profundo
que tienes
David, que ya estaba totalmente despierto, se acercó a
ella sonriendo.
-la próxima vez que vayas a venir a mi cama estaré
despierto, no lo dudes – la sonrisa pícara que esbozó dejaba a las claras el
sentido de ese comentario. La ayudó a levantarse y se acercó al armario para
ponerse unos pantalones y una camiseta
de manga corta blanca, dormía en ropa interior, un dato que no había pasado
desapercibido para Tasia
-Lidia nos está esperando detrás del gimnasio- comentó
cambiando de tema y evitando mirar a David como se vestía, andó hacia la
ventana y comprobó si se veía algo tras el gimnasio, pero no era ese el caso.
-ya puedes girarte-añadió David a su espalda
Tasia lo hizo y él la besó sin previo aviso.
-creo que podría acostumbrarme a que me despertaras a
las tantas de la mañana
Una estrellas de cinco puntas estaba dibujada en el
suelo encerrada en un círculo de sal. Ese círculo evitaba que cualquier otra
bruja interfiriera en su conjuro, en este caso, la creación de un portal. Lidia
agarró su camafeo apretándolo en su mano derecha sin desatárselo del cuello.
-vamos, entrar- les urgió a Tasia y David que miraban
silenciosos fuera del circulo.
Ambos obedecieron colocándose junto a Lidia en el centro de la estrella. Esta cerró
los ojos y extendió los brazos al aire con las palmas abiertas. Ya había
preparado todo lo necesario, se había cerciorado de que fuera seguro, había
usado cada hierva en el orden correcto y en el sitio correcto,ahora, solo
faltaba la magia, magia de una bruja. Dio varias respiraciones hondas notando
un cosquilleo en los dedos. Los cerró con fuerza clavándose las uñas no muy
largas en la piel. Se concentró más y más, olvidándose de todas las cosas que
había al su alrededor y se dejó llevar. La estrella se iluminó por entera y
dejaron de ver la hierva a sus pies para encontrarse con una luz blanca. Poco a
poco esa luz fue mostrando formas, objetos
e imágenes. Cuando Lidia bajó los brazos ellos cayeron hacía dentro.
***
Érica abrió los ojos de repente. Se incorporó de la
cama apretando las manos en su estómago.
-¡abuelaaa!-su gritó salió de lo más hondo de su miedo
La habitación no tardó en llenarse de gente. El
primero, Marcus, que tan solo llevaba unos pantalones de pijama. Acostumbrado
como estaba para la acción saltó como un resorte al escuchar el grito.
Daniel tardó algo más pero ya estaba
detrás de él viendo que ocurría. Su
abuela llegó en ese momento pasando por encima del entrenado y su sobrino,
Alaya venía a su retaguardia. Elisa se sentó en la cama agarrando las manos de
su nieta, entendía que le había sucedido, ella misma había tenido visiones de
todo tipo. Érica murmuraba cosas incoherentes abrazándose a si misma. Empezó a
llorar.
-se han ido-dijo simplemente como respuesta a las
miradas interrogativas de los demás
No hicieron falta más palabras, todos sabían a que se
refería y quienes faltaban en ese momento en la habitación.
***
Elena tumbada en una hamaca miraba las estrellas que
se dibujaban en el cielo. Manoseaba una daga pasándola de mano en mano. Estaba
tremendamente aburrida. Le pasó por la cabeza que no le vendría mal un buen
acompañante esa noche, como había estado haciendo Sergio, pero él ya no podía
ayudarla en ese sentido. Sonrió ante la idea. Se desperezó saltando fuera de la
hamaca. Tenía mejores formas de entretenerse. La noche en una ciudad daba para
mucho.Guardó el cuchillo en la parte trasera de su pantalón y caminó fuera del
jardín con cuidado para no mancharse sus zapatos de tacón con la arena. Un perro se cruzó en su camino,
era pequeño y ladraba, o más bien, gemía por el mordisco que tenía en un
costado. Elena había visto como un perro el doble de grande que él y con unos
dientes bastantes más afilados lo cogía y casi lo mata. El perro se acercó a ella pidiendo ayuda, pero esta le
respondió dándole una patada y alejándolo de su lado.
-asqueroso chucho- masculló escuchando los gritos del
animal
Chasqueó los dedos y desapareció del lugar justo
cuando la familia dueña de la casa salía para ver a que se debían los ladridos
del perro. Apareció en lo alto de un edificio donde se veía toda la ciudad, no
estaban mal las vistas. Se sentó en el borde viendo la caída de más de cuarenta plantas.
A tan solo unos pasos de
ella, un hombre de aspecto demacrado que sujetaba una botella de whiski en las
manos la miraba boquiabierto. También estaba situado al filo del tejado, de pie,
decidiéndose en saltar o no. “Un buen espectáculo” pensó divertida echando los
brazos hacía atrás para apoyarse en el suelo. El hombre no apartaba la mirada
de ella. Estaba asustado.
-¿cómo has llegado hasta aquí?-preguntó el hombre
borracho luchando para mantener el equilibrio-¿eres la muerte?
Elena sonrió satisfecha ante ese comentario, nunca la
habían confundida con la muerte, pero no le molestaba la comparación, al
contrario.
-puede ser-comentó -¿vas a saltar?-y miró hacía abajo
observando como los coches pasaban rápidamente por la carretera y desaparecían
de su vista. Elena silbó- es un buena caída
Pasaron varios minutos sin que el hombre se decidiera
a moverse.
-entonces ¿qué?¿saltas?- empezaba a impacientarse de
que el hombre no hiciera nada
-no lo se, mi mujer me ha abandonado por otro después
de veinte años de matrimonio, mi hija me desprecia, llevo más de un año en paro
y el casero amenaza con echarme del piso -empezó a llorar bebiendo otro trago
de la botella
Elena se teletransportó justo detrás de él.
-salta- le susurró al oído con voz suave y
engañosa como la de una sirena- salta y
todo se acabará
El hombre tembló visiblemente pero negó con la cabeza.
-no, puedo solucionarlo,-dijo con un arrebato de
fuerza pensando en la imagen de su hija de quince años, no podía abandonarla
Elena puso los ojos en blanco de nuevo aburrida. Estos
humanos no servían para nada, pensó frustrada porque le habían arruinado la
diversión. Suspiró poniendo los manos en los hombros de él y bajándolas por el
pecho. Él intentó girar la cara hacia ella, pero Elena no se lo permitió.
-¿seguro?
No contestó y ella decidió por él. Lo empujó. Uno,
dos, tres, poom, Ni cuatro segundos en
caer desde un edificio de cuarenta pisos. Vio el alboroto que se estaba
formando abajo, gritos, ambulancias,
policías. Desapareció en busca de más diversión, allí ya no había nada que la
pudiera entretener.
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