Los segundo
parecían minutos, los minutos parecían horas y las horas la eternidad. Tasia
miraba su reloj cada cinco minutos ,quería salir ya de clase pero parecía que
el día no terminaba y lo peor era la mirada de Sergio que no le quitaba ojo. Al
fin tocó la sirena y salió disparada de
clase. Javi la miraba extrañado pero se abstuvo
de preguntar ,cuando estaba de ese ánimo era mejor no intervenir.
Sergio
salió de clase lentamente, no fue
directo a su casa ,si no que se dirigió
a un pequeño parque muy poco concurrido. En el primer banco estaba la chica con
la que había quedado.
-¿lo has
traído?-le pregunto la chica moviendo su melena rubia hacía atrás
-no he podido
En cuanto
terminó la frase ,la expresión apacible y tranquila de ella cambió rápidamente
a una furia contenida que ardía en sus ojos.
-era una tarea
muy fácil ¿Cómo que no has podido?
-ha salido
demasiado rápido y no quiere hablarme
-pues
solucionalo
-claro-dijo
agachando la cabeza y cuando la levantó
la chica ya estaba caminando al otro lado de la calle.
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-Tasia,
Tasia yo también quiero ir contigo y la
abuela-gritaba Laura mientras le tiraba de la camiseta
-no puedes
-¿Por qué?
Elisa que salía
de la cocina se agacho a su lado y le dijo al odio
-tengo que pasar
un poco de tiempo con tu hermana porque se ha puesto celosa de que esté siempre
contigo, además pensaba traerte una sorpresa
Le guiñó el
ojo y la pequeña se lo devolvió como pudo. Feliz de saber que
su abuela le iba a traer un regalo corrió a su habitación para seguir jugando
con sus muñecas.
-¿abu a donde
vamos?-le preguntó cuando cerraron la puerta
-¿no querías
saber más sobre los dones? pues te lo voy a mostrar
Tasia asintió
algo nerviosa. Aún no había asimilado que tenía un “don” como lo llamaba su
abuela y no podía hablar con soltura sobre eso sin sentirse extraña.
Montaron en un
taxi y Elisa dijo a una dirección que Tasia no conocía. Después de casi una
hora de viaje llegaron a su destino. Tasia fue la primera en bajar del coche y
no se esperaba que llegarían a un
descampado con varios coches abandonados. Había algo de hierba pero todo era
arena y piedras , solo estaban ellas dos y no se escuchaba nada, el ruido de la
ciudad se convirtió en apenas un murmullo de sirenas y gritos en la distancia.
Después de pagar al taxi y decirle que
volviera en dos horas Elisa se giró hacía Tasia y le pasó el brazo por los
hombros.
-hoy vas a
aprender a manejar tu poder, te ayudare como pueda aunque el experto era tu
abuelo.-miró alrededor con ojo crítico y cogió aire-lo primero es controlarlo y
cuando tengas eso dominado podrás crearlo .
Se acercó a uno
de los coches que había cerca de ellas, era un citroen oxidado que en sus buenos tiempos había sido negro, o
eso creía Tasia. Mientras lo miraba su abu sacó varias antorchas del coche y
las colocó en medio del descampado y con el mismo mechero con el que intentó
quemarla la otra noche y las encendió.
-ahora tienes
que concentrarte todo lo que puedas e intentar mover el fuego o apagarlo, lo
que a ti se te ocurra, piensa que es tu elemento y que tienes que estar cómoda
con él- e explicó su abuela pacientemente
Tasia lo intentó
pero al igual que con Cintia no ocurría nada. Lo volvió a intentar una y otra
vez pero sin resultado. Lo único que consiguió fue un dolor de cabeza, otra
vez.
-¿seguro que soy
yo la que tiene este poder?
-pues claro que
eres tú- contestó su abuela terca
-abuela esto es
desesperante por más que intento no puedo
Elisa se frotó
la barbilla pensativa
-creo recordar
que tu abuelo Edward decía que las emociones influían en vuestros poderes ,la
ira es el mayor estimulante pero si lo consiguieras no podríamos controlarlo y
no es buena idea crear un incendio así que piensa en algo que te haga feliz
-¿la nueva
temporada de tacones?
-se que eso te
haría feliz-dijo Elisa poniendo los ojos en blanco-pero piensa en algo más
intenso, un recuerdo tal vez
Aunque Tasia
quería mucho a sus padres el recuerdo
que le vino a la mente fue de hace cinco años, con su abuelo. Estaban en la
casa de campo, sentada bajo un roble con Edward y observaban como su hermana
Érica y su abuela traían una limonada para sentarse con ellos. Desde la muerte
de su abuelo no habían vuelto a la casa de campo. Echaba de menos sentarse en
el balancín del porche con las galletas de chocolate que siempre hacía su abu.
Miró la antorcha
y se concentró en el recuerdo bajo el roble, oyendo la brisa del viento sobre
las hojas. No era alegría lo que sentía si no una paz inmensa. Se concentró en
esa paz, en esa sensación y se dejó llevar por sus instintos. Entonces la llama
empezó a crecer, no estaba nerviosa, sentía
como el fuego corría por sus venas y entendió porque siempre había
estado unida a su abuelo. Las manos se movían solas haciendo figuras con el
fuego dependiendo de sus sentimientos
.No tardo en notar como se
consumían sus energías y cayó al suelo de rodillas. La llama que había creado
su abuela en la antorcha y que ahora
flotaba en el aire se apagó.
Elisa corrió a
ayudar a su nieta, no creía que pudiera hacer tanto en su primer
entrenamiento y pasó unos instantes
horribles antes de llegar junto a ella. Pensaba que habría sido demasiado para
su nieta, pero luego recordó que no era una persona fuerte y que sin duda Tasia
podría afrontar la responsabilidad de sus poderes.
-¿estas bien, mi
niña?
-sí-le contestó
mirando la cara de miedo de su abuela-, un poco cansada pero…
-¿pero que?-la
interrumpió su abuela muy preocupada.
La ayudó a
levantase mientras que Tasia no paraba de mirarse la manos como si fuera la
primera vez y nunca antes las hubiera visto.
-me siento bien,
mejor que bien. Estoy muy cansada pero a la vez relajada. ¿has visto lo que he
hecho?
En esos
instantes era un cúmulo de emociones y sentimientos confusos pero estaba
totalmente feliz, era como si su cuerpo hubiera estado sometido a presión
y esperado todo este tiempo para
liberarse y ahora estuviera totalmente completa.
-para no verlo,
has hecho que la llama sea diez más grande de lo que era. Ni tu abuelo tubo
tanta fuerza las primeras veces.
-me habría
gustado que estuviera aquí-dijo con el recuerdo aún en la mente
-y a mi pequeña,
y a mi
No tardaron
en irse de allí y en cuanto Tasia salió de la ducha se tiro rendida en la cama. No recordaba
haber estado tan cansada. Pero antes de cerrar los ojos chasqueó los dedos y
salió una pequeña llama de sus dedos. Sonrió y separó los dedos haciendo que se
apagara “no es tan difícil-pensó
irónicamente-si me relajo”
A la mañana
siguiente se levantó con nuevas energías
y por una vez en mucho tiempo llegó temprano a la parada del autobús. Se
aguantó las ganas de contarle a Cintia lo que había conseguido hacer ayer, al
menos hasta que pudiera hacerle un demostración.
Cuando esta vez
volvió a ver entrar a Sergio en clase no se sorprendió, aunque si le molestó de
que no parara de mirarla y lo conocía lo suficiente para saber que buscaba algo, a pesar de que no tuviera idea de que podía ser ese “algo”.
En el recreo
Cintia se fue a su casa con la excusa de tener dolor de cabeza pero la verdad era que tenía una examen a la hora
siguiente y no había estudiado.Como Leila estaba absorta con su nuevo noviazgo
se levantó del banco y fue a dar una vuelta. Hacía calor y se quitó la
chaquetilla roja que llevaba puesta. Pronto llegaría el verano y con él,
también llegaría el fin de las clases .Estaba preocupada por las notas finales,
ahora con los entrenamientos apenas tenía tiempo de estudiar para los exámenes
y no sabía que hacer para aprobarlas
todas. Después de recorrer el patio se sentía desilusionada tenía la esperanza
de ver a David pero no estaba esperándola en la verja. No entendía por que se
sentía así, apenas lo conocía y sin embargo sentía que le hacía falta .Pero lo
que ella no sabía es que el la estaría esperando a las 15:00 en la puerta del
instituto.
Cuando lo vio
apoyado en su moto mirándola a ella directamente las rodillas empezaron a
temblar, no podía parar de mirarle “¿ pero como puede ser tan guapo?” se
preguntaba mientras andaba hacía él.
-Hola-consiguió
decir Tasia después de un rato-¿Qué haces aquí?
-paseaba por
aquí y pensé que sería buena idea invitarte a comer
Ella miró hacía
otro lado intentando no demostrar su alegría y su nerviosismo. No podía creerse
que él estuviera ahí esperándola para
llevársela a comer, pero desde luego no iba a desaprovechar la oportunidad. Por
el rabillo del ojo vio como un grupo de
niñas prácticamente se les caía la baba mirando a David, y un sentimiento
posesivo se colocó dentro de Tasia quien les advirtió con la mirada que no se
atrevieran a acercarse, las chicas prefirieron no tener problemas y se fueron,
pero David si las vio no le dio importancia porque siguió con la vista clavada
en Tasia.
-de acuerdo-
accedió ella
-esta vez traigo
dos cascos
-Cintia me va a
matar cuando sepa que has venido y no te ha visto
-tendré que
venir otra vez,no podemos permitir que te mate-y sonrió con esa sonrisa burlona
que había vuelto loca a más de una, y Tasia era un de esas.- una cosa más
-¿si?
-esto es una
cita