sábado, 18 de agosto de 2012

Fuego Capítulo 40 (compañeros de habitaciones)


-Esta es tú habitación-dijo uno de los profesores a Tasia
-¿por qué no puedo dormir con mis compañeros? Además quiero ver a mi abuela-protestó mientras él la empujaba hacía dentro, era un habitación común con seis camas más
-Elisa aún tiene mucho que discutir con el consejo, vosotros no hacéis nada allí
-no me has contestado a la otra pregunta
El hombre la terminó de meter y le pasó una mochila que su abuela le había preparado.
-no hay sitios, habéis aparecido sin aviso- le recriminó- os meteréis donde podáis- y le cerró la puerta en sus narices.
Tasia se dio la vuelta y observó la estancia. Era bastante espaciosa, un ventana justo enfrente y tres literas de dos camas cada una, había tres armarios en el lateral izquierdo y un baúl a los pies de cada litera. Suspiró sin saber como se sentía. Cansada, asustada, emocionada, el cúmulo de emociones era tal que se sentía mareada y sin fuerzas. La luz de la habitación se encendió y Tasia se encontró con cinco pares de ojos observándolas.

-¿eres la Lemental?-le preguntó la niña más pequeña, tendría unos siete años.
-sí
-¿cómo te llamas?-preguntó la niña de la cama de al lado, eran iguales, gemelas rubias de ojos marrones con tonos grisáceos

-Anastasia, pero todos me dicen Tasia- sonrió algo más relajada-¿vosotras?
-Alicia y Esther, -contestaron las dos a la vez – ella es Carmen -y señaló a la chica morena de la cama de arriba, era más mayor que las gemelas, tendría más o menos la edad de Tasia-y las otras dos son Adelaida y Zuleica,
-no me llames Zuleica- añadió -Zule, a secas
-a mi me llamen Ade, nada de Adelaida
Tasia asintió. Estaba en una habitación con dos gemelas de siete años, otras dos de unos catorce años que no les gustaba su nombre, esas dos la miraban con enfado. Y la última, de pelo negro rizado, que parecía entender en la situación en que se encontraba Tasia y le dedicaba una sonrisa tranquilizadora.

-aquí estamos las que sobramos-le dijo Carmen sonriendo con ironía-  a tu amiga le habrán echo igual, seguro que ha caído en el cuarto de Ainoha-comentó más para si que para Tasia
Las gemelas contestaron a la vez.
-seguro
-tu cama es la de abajo de la mía-siguió explicándole Carmen- espero que nos cuentes por qué estás aquí ,pero ahora es mejor dormir, dentro de un par de horas nos levantaran para los entrenamientos
-vale, gracias-contestó Tasia sentándose en la cama y mirando en la mochila para ver que le había traído su abuela.

No acaba de ponerse el pijama cuando Lidia apareció delante de sus narices. Tasia miró la sombra por la que había entrado, era la de la pata de la cama. Daba escalofríos solo pensar como podía viajar por las sombras. Las demás chicas de la habitación tampoco estaban acostadas y se quedaron mudas al verla aparecer.

-me a costado encontrarte ¿sabes?- se quejó Lidia con los brazos en jarras sobre su cintura-he tenido que mirar habitación por habitación y ahí muchas,odio este sitio
Tasia miró a su alrededor.
-no parece estar tan mal
-¿qué no? No puedo salir de mi cuarto
La Lemental del fuego arqueó una ceja divertida.
-¿y qué haces aquí sino puedes salir?
-bah,-contestó bufando y dando vueltas por la habitación
Las nuevas compañeras de Tasia seguían mirando a Lidia totalmente fascinadas.
-¿puedes teletranportarte por las sombras?-preguntó con admiración Adelaida,
-por supuesto-respondió Lidia ofendida- ¿quién te crees que abrió el portal para venir aquí?
Adelaida y Zuleica saltaron de la cama poniéndose delante de Lidia.

-enséñanos, somos brujas de la oscuridad, pero nuestro poder es muy limitado-le pidió Zuleica- aquí en el internado no nos dejan experimentar con nuestros poderes-la última frase la dijo susurrando-dicen que es peligroso, que podemos corrompernos por dentro como la hechicera
Lidia y Tasia cruzaron una mirada. Esa frase decía mucho de los que ocurría en esa escuela.
-¿qué poderes tenéis las demás?-preguntó Tasia
-telequinesia-contestó Carmen, sentándose en la cama y dejando colgar las piernas por fuera
-nosotras somos nigromantes-dijo Esther ¿o era Alicia?
-¿nigromantes?¿despertar a los muertos?-inquirió Tasia respirando con dificultad ¿esas niñas tan dulces podían despertar a los muertos?¿podía volver a ver a su abuelo?
Lidia le lanzó una mirada de advertencia.
-ni lo pienses, siempre hay que pagar un precio muy alto por despertar a los muertos de su sueño eterno, es algo antinatural-le explicó Lidia leyéndole el pensamiento- los nigromantes más que nada ayudan a los espíritus ligados a la tierra a cumplir su misión y poder descansar en paz
-exacto- contestaron las niñas rubias, de nuevo a la vez, seguían sonriendo y Tasia notó como el pelo de la coronilla se le erizaba, daban escalofríos
-¿y la magia negra es más peligros que...que ser...nigromante?
Adelaida intentó ocultar su cara triste pero Tasia la vio.

-sí, la hechicera es una amenaza constante, enseñarnos niveles avanzados de nuestra magia les de miedo al consejo, temen que nos cambiemos de bando
La boca de Tasia cayó abierta. La cabeza le daba vueltas y se dejó caer en la cama.

-se supone que esto es una escuela ¿no?-murmuró acostada mirando la cama de arriba
-es lo que ahí-comentó Lidia sin inmutarse, ya sabía lo que había en ese internado
Las gemelas dejaron de prestar atención en la conversación. Se miraron las dos entendiéndose sin palabras, como siempre ocurría. Los ojos se le aclararon hasta volverse grises mientras miraban el nuevo espíritu que se coló en la habitación. Alicia le sonrió porque ya lo conocía, era un fantasma que vagaba por el internado desde hacía 78 años. Alicia se hizo amiga en nada, era muy divertido y le gastaba bromas a los demás alumnos. Esther fue al contrario, era más reservada y seria, el fantasma tenía que terminar su misión en la tierra pero cada vez que intentaba ayudarlo este se negaba o la ignoraba, dedicando su atención Alicia.

-oh,oh-dijo Carmen haciendo que todas las demás la miraran-las gemes están con otro fantasma
Tasia gimió y se levantó mirando hacía todos lados.¿había un fantasma en el cuarto?
Alicia soltó un risilla cuando el fantasma se sentó encima de Tasia traspasándola.

-bueno me voy-dijo Lidia-que duermas bien Tasia
-¿qué duerma con un fantasma a mi alrededor?-su voz sonó como un graznido muy poco sutil
Lidia se encogió  de hombros.
-creo que iré a ver que se cuenta David, a lo mejor me puede explicar que es eso de la arena, tenemos que participar
-¿vais a participar en la arena?-preguntó Ade
-sí, y ganaremos-afirmó Lidia antes de desaparecer
-sea lo que sea la arena-murmuró Tasia mordiéndose una uña. Miraba el espacio en blanco donde antes había estado Lidia, ella no estaba tan segura de si misma como para afirmar que ganarían a todos los demás Guardianes ,y encima, en algo que no conocían. Había dicho que iba a ver a David. Debería haberle pedido que la llevara con ella, no había podido hablar con David cuando salieron de la sala de reuniones.

-bueno-suspiró- ¿quién quiere explicarme que es la arena?


***


Lidia cerró los ojos recordando cada detalle de las habitaciones de ese internado. No sabía de donde había sacado tan buena memoria pero desde luego era algo que agradecer, no tenía ganas de quedarse atrapada en un pared. Eso nunca salía bien. Bueno,hora de prestar atención por donde iba. A mirar las habitaciones.
Esta no.
Esta tampoco. 
Ostias ¿dónde me he metido?¿el cuarto de limpieza?Siguiente.
No.
Espera. Volvió a la estancia anterior y encontró a David con dos niños más.  La habitación estaba toda iluminada y ellos bromeaban y reían. Salió por la sombra del armario de espaldas a David. Sonrió cuando los dos compañeros se quedaron blancos mirándola. El silencio se hizo de repente y David se giró a mirarla.

-chicos esta es Lidia-presentó David resignado, sabía que era ella incluso antes de darse la vuelta-Lidia, estos son Nathaniel y Carlos
Carlos seguía algo sorprendido, pero el otro ya se había recuperado y esbozó una sonrisa lenta y sexy. La chica que había aparecido ante sus narices no estaba nada mal.

-¿por qué tú habitación es más grande y sois menos?-preguntó Lidia observando la enorme estancia decorada en tonos dorados y azules. Tan solo había tres y camas y era fácilmente el doble de grande que la suya y la de Tasia.- no me lo digas, enchufados

Carlos y Nathaniel pusieron mala cara al escuchar ese comentario. David rió.

-sí,-contestó David- sus padres son dos de los grandes patrocinadores del internado
-¿y tú?
-gané una apuesta y me quede con la habitación,¿ qué haces aquí?-preguntó cambiando de tema
Lidia recorrió la habitación a paso lento, no le pasó desapercibida la mirada de Nathaniel clavada en ella. Lo ignoró.
- la arena ¿qué es?

David fue a responder cuando sintió  un tirón desgarrador en su interior. Contuvo le gemido de dolor para que los demás no se percatasen. Cerró los ojos. Respira. Expira. Respira. Eso no funcionaba. El segundo tirón fue aún más doloroso. Había esperado demasiado y su otro lado estaba luchando por salir. Ahora no podía. Los ponía a todos en riesgo. Tasia. Necesitaba a Tasia. Era irónico que hubiera intentado alejarse de ella para no hacerle daño, y que tan solo ella fuera capaz de apaciguar su peor lado. Y es que a pesar de toda lógica, su alma oscura la quería tanto o igual que su lado bueno.

-Tasia-dijo intentando que su voz sonará normal
-cierto-contestó Lidia sin darse cuanta, al igual que el resto de los presentes, de la tormenta interior de David- debería estar presente, ahora vuelvo

Lidia desapareció.
-tu amiga- comentó Nathaniel recostándose en la cama con los brazos en la nuca-me gusta

David ni siquiera lo escuchó. Un zumbido agudo taponaba sus oídos. Los temblores comenzaron por sus manos y tubo que agarrar la colcha con fuerza para controlarse. Aguanta un poco más.
Sus compañeros seguían hablando sobre Lidia cuando esta apareció de repente con Tasia agarrada a su brazo. Se callaron abruptamente al verlas.

-¿alguna vez te acostumbras a esto?-La Lemental del fuego se llevó la mano a la frente luchando para que su estómago retuviera lo último que había comido
-creo que tú no lo conseguirás-le respondió Lidia mostrando su diversión
A diferencia del resto de los presentes en la habitación, Tasia no tardó en darse cuenta de que algo le ocurría a David. Abrió la boca para preguntarle que le sucedía, preocupada por la palidez de su cara y el sudor que cubría su frente, pero en ese momento él levantó la vista hacía ella. Tasia se asustó al ver el verde de sus ojos brillar tan intensamente. La única vez que los había visto tan brillantes  fue en la biblioteca, con su primer beso. Pero aquella vez no había sido ni una décima de lo que ahora reflejaban. Desvió la mirada antes de que los demás se percataran, pero Tasia vio la suplica silenciosa. Se acercó a él con rapidez poniendo las manos en sus mejillas

-¿qué te pasa?-le preguntó con el corazón en un puño
Lidia estaba discutiendo con los dos compañeros de David por algún comentario que habían dicho y no se daban cuenta de lo que sucedía al rededor. Para Lidia era normal verlos juntos, y es que desde que se conocieron apenas se separaban. La bruja sabía que ellos ni si quiera se daban cuenta, pero si uno se sentaba en el sofá, el otro acaba a su lado, si uno salía de la habitación a por algo, el otro desaparecía detrás de él en pocos minutos. No le entraba en la cabeza como habían tardado tanto en dar el paso adelante. Por eso cuando David negó suavemente con la cabeza y se sentó con la espalda apoyada en la pared y Tasia acabó entre sus brazos con la espalda apoyada en su pecho, no se extrañó. Nathaniel y Carlos, por el contrarió, cortaron la conversación de golpe mirándolos con autentico asombró. Mucho más del que habían experimentado al ver aparecer a Lidia de repente. En el tiempo que estuvo David en el internado nunca lo vieron con una chica agarrados de esa manera. Nunca.

miércoles, 1 de agosto de 2012

Fuego Capítulo 39 (Elisa en faceta Guardiana cabreada)


-remolinos, tornados y ahora caídas, ¿no se puede pasar de un sitio a otro de forma sencilla?-se quejó Tasia mientras David la ayudaba a levantarse. Como no, ellos dos habían caído elegantemente sobre el suelo.
Todo estaba oscuro. Lo único que sabía Tasia es que el suelo estaba echo de un roca muy dura y que David y Lidia estaban a su lado.
-no estamos solos- murmuró Lidia
Tasia se giró hacía su voz aunque seguía sin poder verla ¿cómo lo sabía? Tasia no era capaz ni de ver donde pisaba. El murmullo de Lidia rebotó en el lugar repitiendo la misma frase una y otra vez, había eco allí dentro. En ese momento antorchas de fuego empezaron a encenderse a su alrededor hasta formar un circulo. Cada una de ellas sujeta  por un hombre o mujer. Había de todo tipo de edades y nacionalidades. Todas las miraban estaban puestas en ellos y ninguna era lo que se dice amable. Y siguieron ahí parados sin decir nada.

-em..¿hola?-tanteó Tasia, le incomodaba el tenso silencio y el escrutinio de todos los presentes
-¿cómo osáis usar el portal sin la aprobación del consejo? -rugió el hombre que tenían justo en frente, apenas era unos centímetros más alto que Tasia pero los miraba como si fuera el mismísimo rey y ellos un insecto al que pretendía aplastar con su zapato. La cabeza estaba orgullosamente alzada haciendo que su enorme nariz aguileña destacara aún más. Vestía un pijama de rayas y por mucho que lo intentara no atemorizaba lo más mínimo. Tasia se mordió el labio para no reír.
David dio un paso adelante captando la atención de todos y se presentó.
-soy David Gavira y ellas son Lidia Caratella y Anastasia Garcia, estamos bajo la tutela de Elisa Ortiz y venimos para hablar con el consejo, tenemos cierta información que podría interesarles
-si eso es así, ¿por qué estáis vosotros aquí y no Elisa?-preguntó el hombre que había en frente ,el cual David había reconocido como Miguel Alcalá él estaba al mando del consejo en esos momentos
-Elisa aún no ha decidido que hacer respecto a lo que hemos descubierto- no quería meter en problemas a Elisa, ella solo intentaba protegerlos
-este no es lugar para hablar- dijo la mujer que había al lado de Miguel ,se dio la vuelta y los miró por encima del hombro- seguidme, Cameron, Jeray despertar al resto del consejo y volver a vuestras camas, decirles que nos reuniremos en la sala menor
Todos se dispusieron a obedecer las ordenes. Tras la mujer salió Miguel y dos más, detrás de ellos David, Lidia y Tasia, guardándoles las espaldas el resto de guardianes que se habían reunidos en la sala. Subieron unas escaleras en forma de caracol, no estaba bien iluminado y solo veían gracias a las antorchas que llevaban los demás. Abrieron otra puerta y siguieron subiendo. Cuando Tasia pensaba que nunca dejarían de subir escalones, la mujer abrió una puerta más, esta vez era una de madera antigua mucho más pesada que las anteriores. Salieron a un pasillo muy amplio, a la izquierda había más puertas y muchas de ellas abiertas con niños de todas las edades y vestidos con pijamas asomados e intentando averiguar que había despertado al consejo a tan altas horas. A la derecha una barandilla de piedra, al igual que el resto del edificio, daba a un patio central, se encontraban en el segundo piso y Tasia logró echar una ojeada al patio o al menos a la fuente central. El edificio estaba construido al rededor de ese patio con la barandilla rodeando la segunda planta entera y habitaciones en toda la planta, desde ahí también podía ver las dos torres traseras que estaban unidas al edificio. “dios mio ¿dónde nos hemos metido? Pensó Tasia observando con horror las enormes torres. No pudo ver mucho más porque la obligaron a seguir el paso de los que iban por delante, pero sí que se puso nerviosa debido a las miradas de todos los integrantes de ese sitio. David no tardó en notarlo y se aflojó el paso poniéndose a su lado. La agarró de la mano para darle fuerza.

-que no vean que les temes- le susurró al oído sin que ninguno más lo escuchara.
Tasia tragó saliva y observó la seguridad con la que andaba David, iba tranquilo como si estuviera dando un paseo por el parque y no como si estuvieran casi rodeados por guardianes, hubieran infligido un regla al usar el portal sin permiso, hubieran desafiado a su abuela y engañado a todos con los que vivían y ni siquiera sabían que les iba a pasar. Comparó la tranquilidad de David con el desafió en la mirada de Lidia, andaba con la cabeza en alto y con su habitual expresión de mala leche, nadie creería que estaba nerviosa o asustada. Tasia dio un fuerte respiró y cuadró los hombros. Si ellos podían hacerlo ella también.  Llegaron a una sala amplia y espaciosa, una mesa cuadrada de madera oscura ocupaba el centro de la sala, esta sí estaba iluminada con una lampara de telaraña colgada del techo, dos ventanas, una a cada lado de la estancia  y un tapiz en el centro de esta era el único mobiliario. La mujer que iba en cabeza se sentó en la silla del centro, Miguel a su derecha y otros dos en su lado izquierdo. Obligaron a los tres jóvenes a sentarse en frente. Nadie dijo nada hasta que dos mujeres y otro hombre más entraron y se situaron junto a sus compañero del consejo. Siete en total. Sobre sus hombros caía la responsabilidad de todo lo que les sucedía a los Guardianes.

-¿qué ha pasado?-preguntó el hombre que acababa de entrar-¿se ha abierto el portal?
-sí, y me gustaría saber que es eso tan importante que tiene que decirnos estos tres niños para desobedecer una norma que todos los Guardianes conocen- era Miguel quien había hablado de nuevo
Tasia se abstuvo de comentar que ella no. ¿Por qué no se lo había dicho nadie? Ni siquiera su abuela.
-sabemos el lugar donde se esconde la hechicera-dijo Lidia sin preámbulos, desde luego ella no era de las que se andaban por las ramas.
Un tensó silencio y luego murmullos y conversaciones entre ellos. Sus caras no podían ocultar la sorpresa. No se esperaban esas palabras.

-¿cómo es posible?-preguntó la mujer que habían conocido al principio
-las hadas,-contestó David sin pestañear, se esperaba esas reacciones
-mentira- exclamó  Miguel levantándose de la silla- las hadas no ayudan a los humanos
Los tres Guardianes cruzaron una mirada. ¿No sabían nada de que habían viajado a la tierra de las hadas?¿ De que habían traspasado el muro y visto el inframundo?¿Por qué  Elisa ocultaba todo lo que habían echo hasta ahora?

-no se puede pasar- se oyó la voz de un hombre en el pasillo
-quitese de mi camino
-no puedo
-he dicho fuera de mi camino ¡ahora!
Tasia reconoció la voz. Su abuela.
No hubo más palabras ,la puerta fue arrancada de los bisagras y voló por las cabezas de todos los reunidos hasta que cayó al suelo formando un enorme estruendo. Elisa no tenía ese poder, pero Alaya, quien estaba a su lado sí.

-gracias-dijo Elisa en medio del silencio a su amiga-bueno para empezar, hola a todos, no vamos a entretenernos con formalidades- andó con la cabeza bien alta y se sentó en una de las sillas, estaba totalmente tranquila- mis pupilos no mienten, las hadas accedieron a ayudarles y sí, saben donde esta la hechicera

Marcus entró en ese momento con un guardia en el hombro. Lo tiró al suelo. Estaba inconsciente.
-lo siento- se disculpó sin mostrar ninguna emoción en el rostro- tuvimos problemas para llegar aquí
El consejo estaba demasiado aturdido por todo lo que estaba sucediendo para poder responder. Todos menos la mujer sentada alado de Miguel que se esforzaba por ocultar la sonrisa.

-hermano, eso no son modales- comentó la mujer
Marcus sonrió y esta se levantó para darle un beso en la mejilla.

- Carina
Tasia se quedó mirando a los hermanos embelesada. No se parecían en nada. Ella tenía la piel oscura casi como el café, Marcus no. Carina, como la había llamado, tenía el pelo y los ojos marrón , Marcus era moreno de ojos negros. Es que no tenían ninguna similitud.
Y aunque entre ellos no se parecían Tasia si sacó las semejanzas entre la mujer y otra persona. Ella era la madre de Dani.
 Los seis restantes parecieron recuperar el sentido poco a poco pero fue Miguel quien empezó el alboroto.

-¿cómo os atrevéis? No tenéis ningún derecho a irrumpir así
-error-contestó Elisa mirándose las uñas,luego plantó su marida más dura en él- soy la esposa de Edward ¿o ya te has olvidado? Tengo tanto o más derecho que tú a estar aquí e irrumpir como me plazca

Tasia no podía creerse que su abuela hubiera dicho eso. Elisa estaba en faceta Guardiana cabreada. Tasia solo conocía la faceta abuela, abu. Miguel indignado enrojeció hasta las puntas del pelo y temblaba de rabia.
Lidia no exteriorizaba nada mientras observaba a todos los presentes con interés calculado , aunque  se sentía nerviosa por la situación, estaban pasando cosas que escapaban de su entendimiento y eso no le gustaba. Por otro lado tenía que resistir las ganas de reír, ese Miguel era todo un espectáculo, aunque no se dejaba engañar, ese hombre era más peligroso de lo que aparentaba.

-¿por qué nos nos informaste de que sabías el paradero de la hechicera, Elisa?-preguntó una mujer rubia que se sentaba en la esquina final de la mesa, su mirada no mostraba odio ni simpatía, simplemente curiosidad
-no sabía que hacer, David, Lidia y Tasia son excelentes Guardianes y querían ir en su busca
-ese es su deber-añadió Carina que seguía situada de pie al lado de Marcus
-sí-afirmó Elisa mirándola-pero la hechicera no es un simple trabajo de Guardianes como detener a duendes que abusan de sus habilidades o mantener que el secreto de la magia no salga a la luz, para enfrentarse a la hechicera hace falta...-dejó la frase sin concluir, no podía admitir que era al miedo, más que cualquier otra cosa ,lo que había influido en su decisión.
-en eso tienes razón-accedió la mujer rubia recostándose en la silla- para enfrentarse a la hechicera deben ir los mejores Guardianes
Miguel que ya se había vuelto a sentar tubo una idea. Sus ojos brillaron ante la oportunidad que le habían puesto al alcance de la mano. Su método de entrenamiento, la arena, sería perfecto para demostrar quien era el mejor. Conseguiría que todas las habladurías que habían surgido respecto a su juicio para mantener y entrenar a los Guardianes desaparecieran.

-cierto, tendremos que elegir a los mejores para esta misión- comenzó a decir lentamente sopesando cada palabra para convencer a los demás, este último año habían surgido dudas entre el consejo sobre la arena
-¿y cómo sabrán cuales escoger?-inquirió Lidia, necesitaba ir a esa misión
Miguel sonrió
-mediante la arena,
Todos comenzaron a opinar en voz alta.
Alaya estaba situada detrás de Elisa con las manos apoyadas sobre el respaldo de la silla. Agarró con fuerza la madera al escuchar la última frase de Miguel. Ese no era el modo. Había muchas más desventajas que ganancias con es uso para calificar a los Guardianes.

-¿ qué es eso de la arena?-preguntó David,las opiniones de los presentes, unas en contra y otras a favor, de lo que había dicho Miguel capto su curiosidad, no debía de ser nada bueno cuando Elisa se oponía con tanto ímpetu.
-eso es una barbaridad, más típico de la edad media que del siglo en que vivimos-adujo Elisa
-ya hemos comprobado que enfrentar entre si a los Guardianes no da buenos resultados-añadió otro hombre más mayor
-pero los hace más fuertes, es lo que necesitamos-replicó otro del consejo
Miguel cruzó las manos sobre la mesa contento por el debate.
Al ver que la discusión seguía y no llegaban a una acuerdo Carina optó por llamar la atención sobre si misma. Ella no tenía poderes pero no por eso era un ratón indefenso. Cogió la pistola que Marcus tenía en su cinturón y disparó hacía el techo. Había conseguido captar todas las miradas. Volvió a colocar el arma en su sitio. Varios trozos de madera y tejas cayeron a escasos metros de ella, demostrando que había causado daños al tejado. Paso por encima de ellos sin prestarle la menor atención y se detuvo cuando llegó a la mesa.

-los que opináis que es una aberración la arena, tenéis razón , yo opino igual-se escucharon murmullos de protesta pero ninguno alzó la voz
-¿pero?-dijo Alaya
-pero...en este caso... es lo que necesitamos
-no se hable más- la interrumpió Miguel satisfecho-, se prepara la arena como los años anteriores
-no he terminado de hablar-replicó Carina convirtiendo sus labios en una fina linea-ahora es necesario, pero las anteriores veces no, quiero eliminar esa practica, a no ser, como en este caso ,que sea estrictamente necesario
-¿cómo?- preguntó Miguel perplejo, paso la mirada por todos los demás y para su horror vio que muchos estaban de acuerdo-¡no!-negó con ferocidad-yo soy el jefe sin mi consentimiento no podéis anularlo
Elisa esbozó una sonrisa y cruzó una mirada con Alaya. Luego miró a Carina, era mucho más joven que ella, tendría la edad de su hija Ana pero era una de los pocos que allí residían en los que se podía confiar. Buscaba el bien de los Guardienes por encima de todo, y aunque no estaba de acuerdo con lo que acaba de afirmar, tenía que admitir, que en parte llevaba razón, era necesario conseguir a los mejores Guardianes.
Uno de los participantes del consejo que también estaba en contra a las ideas de Miguel dijo lo que todos estaban pensando pero que no se atrevían a decir.

-si el resto del consejo opina al contrario que el jefe, su voto será anulado, la votación tiene que ser unánime, si esto ya a sucedido con anterioridad, que no es el caso, o vuelve a suceder ,se cuestionará entre todos que dicho jefe sea relegado de su cargo-silencio en la habitación-votemos

Lidia, Tasia y David, todavía sentados juntos seguían aturdidos y perplejos. Cuando decidieron venir a pedir ayuda al consejo no se esperaba que ocurriera todo esto. La mitad de las cosas que habían dicho no las entendían. Pero algo importante estaba sucediendo. ¿Qué era la arena? Elisa y Marcus apenas les habían explicado los asuntos entre el consejo. Lo que Lidia conocía era bien poco, pasó apenas una semana viviendo en el internado. Debería haber seguido allí, aprendiendo con aquellos que sus padres enviaban a ser los mejores Guardianes o los que no tenían otro sitio a donde ir, pero era demasiado problemática. Todos los profesores estuvieron de acuerdo en enviarla a una de las casas particulares de enseñanza. Con un compañero perfecto sin ninguna mancha en su expediente. David. Desde ese momento no volvieron a saber nada sobre el consejo. Y aunque ella conocía poco sobre las reglas de los Guardianes y sus normas ,sabía que para Tasia todo eso era totalmente nuevo. Elisa no había querido mencionar al consejo excepto lo imprescindible, no entendía el por qué de esa decisión pero la respetaba. Elisa era un persona que se había ganado su confianza y la había ayudado en muchas ocasiones.
Comenzaron las votaciones. Uno por uno fueron levantándose y pronunciando las palabras en contra de la arena como método de calificación para los Guardianes. Los seis pronunciaron las mismas palabras. Hubo uno que dudo, tensando todos los nervios de los presentes pero al final su voto fue en contra. Para aquella decisión hacia falta el voto de un representante de los profesores. Alaya votó por ellos.

-en contra- su voz sonó firme y segura
-la decisión ha sido tomada, y será respetada-finalizó la mujer rubia de la esquina-ahora vuelvan todos a sus camas